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Foto del escritorLéon LB

El libro DANZA MALIGNA de Horacio Pagano

Extracto del libro "DANZA MALIGNA "Los tragos de Tomás Buenos Aires"

(Horacio Pagano - IMPREX Ediciones – 2015)

Imágen de tapa : Mirta Romano

Horacio Pagano, argentino ubicado en Buenos Aires, es un apasionado del tango, investigador, escritor, fundador y locutor de la radio web Milonga Radio Club

En este libro, cuenta de forma divertida y evocadora, con un amplio uso del lenguaje popular y del lunfardo, en una serie de cortos capítulos, el recorrido iniciático de Tomás, un joven milonguero de muy poca experiencia, a lo largo de múltiples milongas, ambientes y personajes típicos de esta danza.

Presentamos a continuación el primer capítulo, precisamente titulado "Danza Maligna", en el que evoca el tango epónimo, que se puede escuchar en dos versiones muy contrastadas:




Azucena Maizani ((¿orquesta?)


DANZA MALIGNA


Se precipitan a sentarse en el piso para cercar la pista, son los más jóvenes, Tomás con ellos, y se suman turistas de toda cepa con sus cédulas de identidad de la época: las camaritas de fotos.

Sentados en los gallineros del salón, las mesas lejanas a la pista asaltan el parquet para ganar una primera fila de momento. Noche de exhibición en la milonga. Anuncian y la pareja de baile arranca. Es una de las consagradas, mediana edad en la plenitud. El que sabe de baile de tango paladea virtuosismo. La filigrana sobre la pista convoca compulsivamente a las miradas. Hay algo que sobresale en ellos y lo muestran de movida bailando Di Sarli, D´Arienzo y Pugliese.

Sí, algo sobresale en su baile que llama y que Tomás disfruta, pero no puede definir, descifrar.

¡Chan, chan! y los aplausos estallan. “Otra” se pide a coro y golpe de aplauso. La “otra” que bailan es Danza Maligna. Tomás no puede resistirse a perseguir con su mirada a hombre y mujer en la pista. El dibujo en el piso conjuga dos pies en vez de cuatro: una maravilla de precisión para el que no es del palo. Más arriba, las piernas de uno dan lugar a las del otro con roces provocadores; las caderas de los dos se retuercen, pero vuelven a aparearse; pechos apretados, latidos en vuelo libre.

Está ese algo más en sus modos de baile. Hay complicidad en la hechura de cóncavos y convexos donde la pareja talla casi lo prohibido. Es un manifiesto de sensualidad.

Se consume Danza Maligna y de vuelta los aplausos como pocas veces se escuchan en semejante cantidad.

Cuando se incorpora desde el piso, Tomás se topa con la cara de un milonguero sentado en la mesa al que muchos reverencian, aunque ya baile poco, los años no respetan ni a los próceres.

Es uno de “la cátedra” de la milonga, de los que la saben lunga: además músico dicen.

–¿Qué viste? –le pregunta de una el tipo. Por toda respuesta silencio y turbación…

–¿Qué viste? –insiste el hombre…

Tratando de hilvanar palabras en situación de arrugue, Tomás responde dando lástima:

–Algo que no sé cómo decírselo… es como si dos fueran uno…, cómplices…, como que se estuvieron seduciendo con cada paso de baile…, no sé cómo decirlo...

El veterano lo tranquiliza: –no está mal viejo, no está mal, por ahí anda la cosa. Viste la esencia del tango, pibe. Y ataca el tipo: –viste que los ojos de él guían, para que ella pueda cerrarlos. Viste que él, con su cuerpo, la lleva y ella se deja llevar. Viste que en ese ir de a dos al bailar el tango varias veces ella le dice sí a la llegada del hombre con cada giro, ocho atrás y con cada sacada al separar las piernas... Y ella también le dice que no al hombre que quiere llegarle, con cada cierre, corrida, volcada y con cada ocho adelante al cerrarlas… –despachó el viejo milonguero.

–Viste al hombre que es hombre y la mina que es mujer para bailarlo, en la plenitud de sus roles. Ésta es la esencia del tango pibe, un rescate de lo más profundo de lo humano, la fuerza del instinto, sin el que nada existiría –le manda el veterano a Tomás hasta para que tenga.

Y siguió: –viste una manifestación de los sentidos que el verso zonzo busca ningunear. Como el tango que bailaron estos dos acá o en París, o en los Estados Unidos o donde suene un fueye pibe, así nació de fuerte el tango, como una danza maligna. Así nació y va a seguir fuerte el tango por rescatar el poder de los sentidos que es lo vital de lo humano. Eso es lo

que viste pibe.

Dicen los versos de Danza Maligna, tango de Fernando Randle en música y Claudio Frollo en la letra:


“Se arrastran los compases compadrones

del tango que se encoge, que se estira...

Su música doliente pareciera

sentir que una amenaza se aproxima.

Viviremos los dos el cuarto de hora

de la danza nostálgica y maligna.

Escuchemos latir los corazones

bajo el numen de Venus Afrodita.

Placer de dioses, baile perverso

el tango es rito y es religión

orquestas criollas son sus altares

y el sacerdote, su bandoneón."





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