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Foto del escritorLéon LB

LeónLB canta Che bandoneón

Actualizado: 7 jul 2023

1951 Letra Homero Manzi, música Aníbal Troilo


En paralelo con mis exégesis y traducciones, interpreto las letras del tango, para compartir mi emoción frente a su poesía y su fuerza, indisociables de la potencia de la melodía y del ritmo. Pulsen en el título aqui arriba para escuchar (puede escuchar la interpretación de mi traducción al francés en el artículo homólogo en francés).

Interpretación bailada por Adriel Bournissen et Soledad Mallo para el décimo aniversario de la milonga Tango Barge : pulsen AQUÍ

Los textos a continuación son extraídos/adaptados de mi libro "Poesía de luna y tango" (véase sección Libro)


Fue uno de los últimos poemas que escribió Manzi (falleció en mayo 1951). Entre él y Aníbal Troilo había una amistad profunda, y uno puede

imaginar los sentimientos de ambos, ¡sabiendo lo que iba a ocurrir

irremediablemente!

Homero Manzi se dirige al bandoneón, que personifica como amigo y confidente, presentándole como testigo y alentador de las penas y las tragedias de la vida , bandoneón cuyo “canto” acompaña los llantos. Y evoca a las muchachas europeas víctimas de ilusiones que se estrellaron contra la mala vida y la prostitución, así como a la pena de amor ahogada en alcohol.


Parte A - “El duende de tu son…al eco funeral de tu canción”

Los cuatro primeros versos son un ejemplo de las imágenes poéticas de Homero Manzi, en una personificación muy cariñosa del bandoneón al hablar de su “duende” (tan importante para García Lorca hablando del cante flamenco), atribuirle sentimientos de compasión, con las metáforas tan evocativas “ fueye dormilón” y “se arrima al corazón”.

Luego sube al escenario las tragedias de las jóvenes que vinieron de Europa (Estercita, heroína del tango “Milonguita”, Mimi y Ninón, las parisinas del romanticismo bohemio francés) a buscarse una “suerte” y terminaron en “mortajas de rayón, al eco funeral” del bandoneón.


El duende de tu son, che bandoneón,

se apiada del dolor de los demás,

y al estrujar tu fueye dormilón

se arrima al corazón que sufre más.

Estercita y Mimí como Ninón,

dejando sus destinos de percal

vistieron al final mortajas de rayón,

al eco funeral de tu canción.



Parte B - “Bandoneón, hoy es noche de fandango…che Bandoneón”

Aquí Manzi canta la pena de amor, en una descripción intensa y desgarradora, que la música acompaña estrechamente.

“Noche de fandango” se puede comprender como una noche tumultuosa en un bar, una milonga o un cabaret, donde el alcohol y el bandoneón amplifican las penas del protagonista, hasta confesar que está “embalado en la locura del alcohol y la amargura”.

Y entonces evoca a la mujer que es causa de su dolor (“para que nombrarla tanto”), o más bien sigue dirigiéndose al bandoneón para llorar su obsesión que la hace siempre volver, con la sublime metáfora “como un canto en las gotas de tu llanto”.


Bandoneón,

hoy es noche de fandango

y puedo confesarte la verdad,

copa a copa, pena a pena,

tango a tango,

embalado en la locura

del alcohol y la amargura.

Bandoneón,

para qué nombrarla tanto,

no ves que está de olvido el corazón

y ella vuelve noche a noche

como un canto

en las gotas de tu llanto,

¡che bandoneón!



Parte C - “Tu canto es el amor que no se dio… che Bandoneón”

Como un himno al bandoneón, los seis primeros versos de esta copla prolongan y declinan los cuatro primeros de la canción, presentando al instrumento de música mítico y emblemático como el que acompaña con su “canto” las emociones de las personas.

¿También podría uno atreverse a una interpretación autobiográfica del autor, que habla de su propio dolor por un amor perdido: “amor que no se

dio”, “cielo que soñamos”, siendo él mismo aquel “amigo que se hundió” luchando (“cinchando”) “en la tormenta de un querer”?

¿Y quizás la enigmática metáfora futbolística del alma fuera de juego (“orsai”) podría interpretarse como una alusión elíptica a su muerte próxima, frente a la cual su pasión habría pasado los limites?


Tu canto es el amor que no se dio

y el cielo que soñamos una vez,

y el fraternal amigo que se hundió

cinchando en la tormenta de un querer.

Y esas ganas tremendas de llorar

que a veces nos inundan sin razón,

y el trago de licor

que obliga a recordar

si el alma está en "orsai",

che bandoneón.







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